Los francos pensadores siempre mantienen madura la lucidez,
para crearse sus tersos abecedarios y recrearse en el verso,
para crecer bajo la esencia de rehacerse al amor de amar,
que es lo que verdaderamente nos trasciende por dentro
y nos realza por fuera, ¡es como sentir el sol en las venas!
Este entusiasmo, volcado en servir, nos colma y nos calma,
nos encamina hacia el camino del entendimiento solidario;
pues nada somos por sí mismos, sino agrupados en latidos,
agregados a cultivar el nosotros, congregados en donación,
y llamados a vivir cautivos de esa gloria que nos fraterniza.
Dejémonos aflorar por ese latir que no conoce expiración,
que ha de reconocerse libre para no ahogarse en las penas,
pues la dicha de la naturaleza es liberarse de toda desdicha,
darse luz y enmendarse de las sombras que nos esclavizan,
reconquistando lo vivo que es como se conquista la vida.